El encargo consistió en la rehabilitación de un edificio anexo a una fábrica y su adaptación para convertirlo en su comedor principal. Se sitúa en un lugar privilegiado, frente a uno de los jardines del recinto. El edificio se encontraba en desuso y parecía estar esperando el momento para ser utilizado.
El volumen interior y exterior y la correcta proporción de sus huecos de fachada nos parecieron virtudes que debíamos respetar. Desde un comienzo, existió la necesidad de generar dos zonas de comedor diferentes. Un comedor amplio de diario y otro reducido y esporádico. Es por ello que la voluminosa cocina se encuentra centrada en la planta separando y proporcionando los dos espacios.
Era importante que a la hora de comer el trabajador pudiera estar relajado y algo desvinculado de su trabajo. Cuando pensamos en el descanso es fácil imaginar un lugar natural, un lugar como el que teníamos justo en frente. Ese jardín sirvió de inspiración para el diseño de todo el proyecto. Jugando con las texturas y materiales conseguimos imitar sus contrastes y colores, y sirviéndonos de las diferentes escalas de los paramentos interiores, la sensación que sentíamos al cruzar el pequeño arbolado para llegar hasta allí.
El volumen interior y exterior y la correcta proporción de sus huecos de fachada nos parecieron virtudes que debíamos respetar. Desde un comienzo, existió la necesidad de generar dos zonas de comedor diferentes. Un comedor amplio de diario y otro reducido y esporádico. Es por ello que la voluminosa cocina se encuentra centrada en la planta separando y proporcionando los dos espacios.
Era importante que a la hora de comer el trabajador pudiera estar relajado y algo desvinculado de su trabajo. Cuando pensamos en el descanso es fácil imaginar un lugar natural, un lugar como el que teníamos justo en frente. Ese jardín sirvió de inspiración para el diseño de todo el proyecto. Jugando con las texturas y materiales conseguimos imitar sus contrastes y colores, y sirviéndonos de las diferentes escalas de los paramentos interiores, la sensación que sentíamos al cruzar el pequeño arbolado para llegar hasta allí.
Comedor en una fábrica
CLIENTE: Privado
San Sebastián, España
AÑO: 2022
SUPERFICIE: 200 m2
FOTOGRAFÍA: David Zarzoso